Mi Encierro
Ese día mi madre llegó con la abuela Lola, (Q E.P.D) tía de mi papá, me acostaron en un chinchorro el cual estaba a tres metros de altura, allí estuve durante tres días.
En este tiempo estuve en ayuno, el primer día me dieron una bebida amarga. El segundo, una bebida de color rojo y la tercera bebida no tenía sabor alguno, pero si recuerdo que era de color blanco.
Al cumplir el tercer día mis padres me bajaron del chinchorro a la media noche, me bañaron con agua fría y con unas plantas. Luego del baño mi abuela Lola me cortó el pelo y como es habitual en nuestra cultura, me pusieron ropa nueva. Así fue el comienzo de una nueva etapa, el paso de niña a mujer.
Al terminar este ritual me dieron mazamorra caliente ya que no podía comer nada de grasa. Al día siguiente, entró mi abuela y me compartió las siguientes palabras; estas en una etapa decisiva en tu vida, debes aprender a ser mujer, a ser buena esposa, buena madre y especialmente debes aprender a valorar tu hogar.
Al culminar esta conversación con mi abuela mi mamá me llevó bollo limpio con queso acompañado de una tasita de leche cuajada, expresó casi lo mismo de mi abuela, que no la defraudara, que había crecido y debía actuar diferente, expreso en medio de sentimiento que el día que me enamorara esa persona debía valer la pena y tenía que tomar mis decisiones con mucha prudencia e inteligencia.
Otro paso a seguir en este proceso era aprender a tejer, mi mamá me platicó sobre los tejidos, durante quince días estuve intentando tejer, aunque mi esfuerzo aun no daba frutos poco a poco fui aprendiendo. Logré hacer mis primeras puntadas y luego de mucha dedicación terminé mi primera mochila, mochila que hoy en día conservo con mucha nostalgia ya que representa, mi paso de niña a mujer.
Al salir de mi encierro, mi papá mató una novilla y nuevamente mi mamá me bañó a media noche con agua fría y me puso ropa nueva.